Hoy le ayude a Lucca a rasurarse por primera vez. Ese pequeño gesto, que a simple vista parece una tarea cotidiana, en realidad lleva consigo una poderosa lección, conexión y crecimiento.
Al pararte junto a tu hijo, rastrillo en mano, notas su mezcla de emoción y nerviosismo. Lo guías con suavidad, mostrándole la técnica correcta, pero más allá de eso, le enseñas a tener paciencia consigo mismo.
Le enseñas que no hay prisa, que los errores pueden corregirse y que, con el tiempo, cada movimiento será más seguro y natural.
Ese momento es un recordatorio de que en la vida, y especialmente en el liderazgo, las primeras veces importan. No es solo lo que haces, sino cómo lo haces lo que realmente impacta.
Al igual que tu hijo confía en ti para guiarlo en ese paso hacia la madurez, tus colaboradores confían en ti para ser su guía en momentos de incertidumbre. El liderazgo verdadero no se mide en los grandes discursos, sino en los pequeños momentos de apoyo y enseñanza.
toca el corazón cada acto, por pequeño que sea, puede marcar la diferencia en la vida de los demás.
Albert Camus: “No camines delante de mí, quizás no te siga. No camines detrás de mí, quizás no te guíe. Camina a mi lado y sé mi amigo”.
Recuerda, una relación de confianza y apoyo, es construida día a día, en los detalles más simples y en los momentos más cotidianos.